domingo, 18 de septiembre de 2011

Y Tu corazón, ¿cómo es?



Un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud
se congregó a su alrededor: todos confirmaron, admirados, que ese corazón era perfecto, pues no se observaban en él manchas ni rasguños; coincidieron en que era el corazón más hermoso que hubieran visto.

Al saberse admirado, el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor convicción afirmó que el suyo era el corazón más hermoso de todo el lugar. De pronto un anciano salió de la multitud y le habló:

— ¿Por qué dices eso? Tu corazón no es tan hermoso como el mío.

Con sorpresa, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, estaba cubierto de cicatrices,
incluso había agujeros y zonas donde faltaban trozos que habían sido reemplazados por otros que no correspondían, pues se veían los bordes disparejos. El joven se echó a reír.

—Debes estar bromeando —dijo—. Comparar tu corazón con el mío… El mío es perfecto.

En cambio, el tuyo es un montón de cicatrices y dolor.

—Es cierto —replicó el anciano—: tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me comprometería contigo. Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Me arranqué trozos del corazón para dárselos a cada uno de aquellos a quienes he amado.
Muchos, a su vez, me han obsequiado trozos del suyo, que he puesto en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, se ven
estos bordes disparejos, de los cuales me alegro porque me recuerdan el amor que he compartido. También hubo oportunidades en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció nada a cambio: entonces ahí quedaron estos vacíos.

A pesar del dolor que las heridas me producen, me recuerdan que sigo amando a esas personas y alimentan la esperanza de que algún día
tal vez regresen y llenen el vacío que han dejado. ¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso? —remató el anciano.

El joven permaneció en silencio, pero lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, se arrancó un trozo del corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo puso en su corazón, le quitó
un trozo y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección: se notaban los bordes.

El joven miró su corazón, que ya no era perfecto pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor fluía en su interior.

Y Tu corazón, ¿cómo es?

LA MARAVILLA DEL SILENCIO...


En el silencio reside la habilidad de escuchar: escucharnos y escuchar a los demás. Escuchar es un arte olvidado. Sin él, no podemos comunicarnos ni relacionarnos con los demás. Necesitamos aprender a escuchar. Sentarnos en silencionos permite escucharnos y comprender.

Este silencio es capaz de sanar. Las preocupaciones y el dolorse pueden curar cuando nos escuchamos. Por medio del silencio interno recibimos la fortaleza para sanar. Escuchar genuinamente significa que podemos percibir la realidad interior. En el silencio nos ponemos en contacto con nuestro verdadero ser.

Si estamos tranquilos y en silencio,si entramos en nuestro interior, podemos experimentar nuestra bondad original, nuestro verdadero ser. El ego, la ira, el temor y los deseos erróneos han creado las diversas enfermedadesde nuestra mente y nuestro corazón. Estas enfermedades no son parte de nuestro verdadero yo, y hemos creído en ellas durante demasiado tiempo.

La combinación de nuestra bondad original con esta negatividad adquirida ha generado una gran confusión. Para separarlas y acabar con esta enfermedad de la negatividad necesitamos las cualidades de nuestro ser original, en especial las cualidades del amor y la paz.

Brahma Kumaris