¿Te preocupas mucho? ¿Te preocupas por todo? ¿Sientes que la preocupación está teniendo un efecto nocivo en tu salud, física y mental? Ahora te pregunto, ¿por qué lo haces? ¿La preocupación te ha traído alguna vez la solución a tus problemas?
La preocupación es simplemente el acto de enfocar nuestras energías hoy en cosas que podrían (o no podrían) pasar mañana. Al preocuparte, lo único que estás haciendo es desperdiciando tiempo valioso y momentos preciosos que nunca volverán.
Aunque en algunos casos la preocupación puede llegar a motivarnos lo suficiente para generar una decisión activa, para muchas personas la preocupación se vuelve en una excusa para sentarse y simplemente eso, preocuparse.
Sin hablar de los efectos que tiene la preocupación en tu salud. Aquellas personas que se sobre-preocupan pueden llegar a tener altos niveles de ansiedad y hasta escenas de pánico. En ciertos casos la preocupación puede llevar a una persona a tomar malas decisiones para su estilo de vida
Si eres una de esas personas que se preocupa por todo, es hora de aprender a dejar la preocupación a un lado. Es un proceso, sí, pero es posible.
Aquí unos consejos para vivir una vida libre de preocupación:
1. Toma la decisión consciente que HOY vas a empezar a vivir tu vida en vez de desperdiciarla preocupándote. Ponte a pensar, ¿qué estás evitando hoy al preocuparte? En vez de desperdiciar tu tiempo, sentada y llena de preocupación, toma acción y trata de encontrar soluciones a las cosas que te aquejan.
2. Piensa en la última vez que te preocupaste, ¿tu preocupación tuvo algún efecto en el resultado? Es muy probable que tu respuesta sea NO, así que ¿para qué gastar toda esa energía preocupándote si no va a tener ningún efecto en las consecuencias?
3. Si crees que es completamente necesario preocuparte, empieza a lentamente alejarte de esa necesidad sencillamente designando momentos específicos para hacerlo. Por ejemplo, escoge 10 minutos en los que te podrás preocupar todo lo que quieres pero después de ese lapso de tiempo, ¡ya no más! Cero preocupación y más acción.
4. Haz una lista de todas las cosas de las que te has preocupado este último año y piensa, ¿gastar tiempo y energía preocupándote cambió algo? Es muy probable que te des cuenta que no y con ese fin, entenderás que la preocupación es sólo un impedimento mas no una solución.
5. Este último punto es probablemente el más importante: No hay razón en preocuparte de cosas que no puedes controlar ya que no puedes hacer nada al respecto entonces, ¿para qué preocuparte? Del mismo modo, tampoco vale la pena preocuparte de aquellas cosas que sí puedes controlar ya que, ¡tú tienes el control! Ni por un lado, ni por el otro, te deberías preocupar.
En vez de gastar tu tiempo preocupándote, ¡gástalo siendo feliz!
¡Es hora de sentirte feliz!
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